Podemos hablar de evaluación en todos los campos de actividad del ser humano, pero el objeto de nuestro interés aquí, es la evaluación del aprendizaje; por lo tanto nos referiremos a ella exclusivamente.

Imaginar el proceso enseñanza-aprendizaje sin evaluación, sería como salir a un camino deseando llegar a determinado lugar, pero sin preocuparnos en ningún momento por analizar las señales que nos indican si vamos por el camino adecuado; correríamos el riesgo de descubrir tardíamente que hemos llegado a donde no deseábamos, o que llegamos, pero habiendo utilizado el camino más complicado porque no nos detuvimos a observar que había otro más corto y en mejores condiciones.

Evaluar, en otras palabras, es reunir todas las evidencias posibles que en forma objetiva podamos encontrar a favor o en contra de cada una de las actividades que se están desarrollando dentro del proceso enseñanza-aprendizaje.

Uno de los principales objetivos de las Reuniones de Balance Academico, es el de lograr que los esfuerzos que se realicen para llevar a cabo los procesos de enseñanza-aprendizaje se enfoquen al mejoramiento de la calidad educativa pese a que nos hemos enfrentado a limitantes para el logro de los mismos debido a la nueva forma de atencón a distancia como es el caso actual de la atención de los adultos, a la que no estábamos acostumbrados, además que requiere de nuevas planeaciones y secuencias didácticas que nos permitan en cada llamada que se realiza a los educandos tener una interacción que permita aprendizajes significativos.

Necesitamos valorar cada paso que vamos dando, hacer altos y preguntarnos si lo estamos logrando o qué necesitamos hacer para lograr los objetivos planteados, necesitamos retroalimentar constantemente  si queremos lograr la calidad educativa en los servicios que ofrecemos.